Es la enfermedad más común del sistema venoso, conocida principalmente por el desarrollo de várices y varículas (también llamadas arañitas vasculares). Las várices son venas dilatadas e inflamadas en las piernas y muslos, las cuales pueden no dar síntomas y solamente ser estéticamente molestas, pero en algunos casos pueden acompañarse de dolor, ardor, hinchazón de piernas, sensación de cansancio y pesadez, comezón y cambios de color de la piel, sobre todo en el área de los tobillos, pudiendo generar en los casos más graves el desarrollo de úlceras.
Actualmente es posible realizar un diagnóstico oportuno y por ello un mejor tratamiento sin que necesariamente se tenga que llegar a una cirugía.
Es un procedimiento de mínima invasión el cual mediante la aplicación de un medicamento esclerosante se logra el cierre de las venas enfermas, provocando que estas desaparezcan mejorando así el aspecto estético de la pierna y también ayuda a disminuir los síntomas que provocan. La escleroterapia tiene la ventaja de poder realizarse de manera ambulatoria en el consultorio, no requiere anestesia ni cuidados especiales, por lo que en los pacientes indicados es una excelente alternativa.
Pacientes con várices más avanzadas, muchas veces la escleroterapia no es recomendable realizarla porque los resultados no serían tan buenos, pero se pueden tratar mediante cirugía de mínima invasión (láser y radiofrecuencia), la cual se realiza de manera ambulatoria, en quirófano pero con anestesia regional o sedación, por lo que el paciente rápidamente puede ser dado de alta además de que por la naturaleza del procedimiento la convalecencia es mínima, y prácticamente sin dolor por lo que no requiere de muchos días para reincorporarse a sus actividades diarias.
Las úlceras asociadas a las várices muchas veces se les llama ulceras varicosas, aunque el término no es correcto, estas afectan principalmente el área de los tobillos y las piernas de los pacientes y se convierten en un verdadero problema, ya que son muy dolorosas, incapacitantes y muchas veces siguen creciendo, haciéndose muy grandes, limitando las actividades y la vida del paciente. Cuando esto pasa la mejor opción es recibir atención integral especializada, donde se pueda realizar un manejo avanzado de heridas, para lograr curar esa herida, pero además evitar que vuelva a presentarse, corrigiendo de raíz el problema, y realizarlo controlando el dolor, ya que no es necesario vivir con dolor este proceso y esto es gracias a los múltiples tratamientos médicos, tópicos y farmacológicos que se pueden realizar, favoreciendo el cierre eficiente de la úlcera.
Los pacientes diabéticos frecuentemente presentan heridas, cortadas y otros traumatismos que no los notan, como consecuencia de la lesión de los nervios periféricos, conocida como neuropatía diabética, la cual además es precursora del desarrollo de infecciones graves en estas heridas. El pie del diabético además se puede asociar a obstrucciones arteriales que disminuyen el aporte de oxígeno a los tejidos del pie, lo que hace que las heridas no puedan cicatrizar y se infecten de manera severa, incluso desarrollando gangrena y necrosis; de acuerdo con esto es muy importante la revisión integral y el manejo especializado del paciente diabético para evitar que las heridas se vuelvan intratables y puedan orillar a una amputación. La mayor parte de las amputaciones son evitables si las heridas se tratan rápido y bien por personal especializado y capacitado, no solo en “curaciones” si no con la evaluación circulatoria, metabólica y neurológica de los pacientes para lograr el cierre correcto de las lesiones del paciente diabético disminuyendo el riesgo de complicaciones graves.
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